En ocasiones las dudas invaden su inocente mente provocando que sus decididos pensamientos se distorsionen.

domingo, 21 de agosto de 2011

¿Olvidados o simplemente...? (1)

Se apoyó sobre la puerta para cerrarla. Las llaves y el bolso cayeron sobre el pequeño recibidor a la vez que se quitaba los tacones para sentir el placentero frío del mármol. Por fin estaba en casa. Empezó a desabrocharse los botones del abrigo rojo para lanzarlo después sobre el sofá y dejar, de nuevo al descubierto, el bonito vestido negro de lentejuelas que había estrenado la noche anterior.
Caminó sigilosamente hacia la cocina para prepararse un chocolate calentito. De camino a su cuarto iba quitándose todas las orquillas que formaban parte del trabajado peinado de fiesta. Entró por la única puerta del pequeño apartamento. Un gran gorila blanco de peluche la esperaba sentado en la cama, sobre la colcha blanca de lunares de todos los tamaños y colores. Se dejó caer sobre la alfombra de pelo para después sacar de debajo de la cama una caja de zapatos, esa caja que había abandonado hacia ya tiempo. Colocó la caja sobre sus delgadas piernas, la abrió y sacó de ella un pequeño cuaderno decorado con pegatinas…
Sonó el timbre del microondas. Se puso los calcetines de rayas azules, cogió un bolígrafo, el cuaderno y se dirigió a la cocina. Allí le esperaba su taza de Londres rebosante de chocolate. La cogió y se sentó en el rellano de la ventana. Los neones y las farolas de la calle aun desprendían algo de luz mientras el sol empezaba a colarse entre los edificios. Había sido una noche lluviosa por lo que el arco iris no tardaría mucho en aparecer por el horizonte.
Agarró la taza con dos manos. Sopló. Dio un trago, otro y dejo la taza en el suelo.
Un lazo, una tarta de cumpleaños, un gato anaranjado…todas las pegatinas que un día formaron parte de sus historias para recordar todavía seguían allí. No había vuelto a escribir nada desde que Lucas le regalo aquella bonita flor amarilla cuando tenían 12 años. A partir de entonces, Noa se creía demasiado mayor como para seguir escribiendo sus historias en un viejo cuaderno, y hasta la fecha, sus grandes historias no merecían se encerradas en hojas de papel pudiendo compartirlas en los blogs de todas la redes sociales a las que pertenecía. Hasta la noche anterior.
Hacia cinco años que se había mudado a Barcelona para continuar sus estudios de fotografía y diseño. Dejó todo atrás. Estaba cansada de que no valoraran su trabajo, de que sus padres no le dieran dinero para sus caprichos. De no poder vivir su vida sin horarios. Pero ahora lo tenía todo. ¿Todo?


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